jueves, 7 de enero de 2010

¿Es posible la utopía de Summerhill

Una de las relfexiones contradictorias a lo que dice Erich Fromm podría ser la novela del escritor ruso Fiódor Dostoyevski "Los hermanos karamázov", considerada por muchos autores como una de las cimas de la literatura universal.


Dostoyevski comenzó sus primeras notas de Los hermanos Karamázov en abril de 1878. Varias de las influencias de Dostoyevski se perciben en las primeras etapas del borrador de la novela. En principio se ve el profundo efecto que el filósofo y pensador ruso Nikolái Fiódorovich Fiódorov tuvo en Dostoyevski en ese periodo de su vida. Fiódorov abogaba por un cristianismo en el que la redención y resurrección del ser humano pudiera ocurrir en la tierra cuando los hijos redimieran con sus acciones los pecados de sus padres; de este modo se lograría la unión de la raza humana en una familia universal. La tragedia del parricidio en esta novela se vuelve aún más conmovedora debido a la completa inversión de esta ideología. Los hermanos en la historia no sólo no ganan la resurrección de su padre, también son cómplices en su asesinato, actos que en sí mismos representan la completa desunión de la humanidad para Dostoyevski.
Aunque la religión y la filosofía influyeron profundamente a Dostoyevski en su vida y en Los hermanos Karamázov, una tragedia mucho más personal alteró el curso de esta obra. En mayo de 1878 la creación de la novela de Dostoyevski fue interrumpida por la muerte de su hijo de tres años, Aliosha. Aún cuando este suceso era trágico en cualquiera de las circunstancias, la muerte de Aliosha fue devastadora para Dostoyevski a causa de que el niño murió de epilepsia, una condición que había heredado de Dostoyevski. El dolor del novelista es palpable al leer el libro. Dostoyevski nombró Aliosha al héroe de la novela, además de dotar a éste con todas las cualidades que él mismo admiraba. Esta tragedia también aparece en la novela como la historia del Capitán Snegiriov y su pequeño hijo Iliushechka.
Una experiencia muy personal también tuvo influencia en la decisión de Dostoyevski de que fuera un parricidio el crimen que dominara la acción externa de la novela. Al tiempo que cumplía con su sentencia de katorga (trabajos forzados) en Siberia por hacer circular textos políticamente subversivos en los 1850, Dostoyevski conoció a un joven llamado Ilinski que había sido condenado por asesinar a su padre para convertirse en heredero. Casi 10 años después de este encuentro, Dostoyevski se enteró de que Ilinski había sido injustamente condenado y más tarde exonerado cuando el verdadero asesino confesó su crimen. El impacto de este encuentro en el autor es bien claro en la novela, ya que es el principal vehículo de la trama. Muchas de las características físicas y emocionales del personaje Dmitri Karamázov son muy parecidas a las de Ilinski.



PAULO FREIRE

Nació en Recife, Brasil, en 1921. En 1947, fue director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social de la Industria. Estudió letras y se doctoró en 1959 en Filosofía e Historia de la Educación con la tesis «Educación y actualidad brasileña», en la que se sientan las bases de su método, según el cual todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a cada individuo.
En los años 50, perteneció al primer Consejo Estatal de Educación de Pernambuco. En 1961, fue nombrado director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife. En 1963 puso en práctica su primer experiencia educativa de grupo, dentro de la Campaña Nacional de Alfabetización, consiguiendo la alfabetización de 300 trabajadores rurales en mes y medio. Fue acusado por la oligarquía y por ciertos sectores de la Iglesia de agitador político.
Como consecuencia del golpe militar de 1964, debió abandonar su actividad, calificada de subversiva, y buscó refugio en Chile, donde participó en diversos planes del gobierno democristiano de Eduardo Frei, como el programa de educación de adultos del Instituto Chileno para la Reforma Agraria (ICIRA). En Chile escribe Pedagogía del oprimido, cuyo contenido desagradó al gobierno de Santiago.
Profesor de la Universidad de Harvard, colaboró con los grupos dedicados a la reforma educativa en los ámbitos rurales y urbanos. En 1970 se trasladó a Ginebra (Suiza), donde trabajó en los programas de educación del Consejo Mundial de las Iglesias.
Después de dieciséis años de exilio, en 1980 volvió a Brasil, impartiendo docencia en la Universidade Estadual de Campinas y en la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, ciudad esta última de la que fue Secretário de Educação. En 1986, recibió el premio internacional «Paz y Educación» de la UNESCO. Fue investido doctor «honoris causa» por una veintena de universidades de todo el mundo.
Paulo Freire se ocupó de los hombres y mujeres «no letrados», de aquellos llamados «los desarrapados del mundo», de aquellos que no podían construirse un mundo de signos escritos y abrirse otros mundos, entre ellos, el mundo del conocimiento (sistematizado) y el mundo de la conciencia (crítica). Porque para Freire el conocimiento no se transmite, se «está construyendo»: el acto educativo no consiste en una transmisión de conocimientos, es el goce de la construcción de un mundo común.



EL MILAGRO DEL CANDEAL

La película puede interpretarse como una aplicación de la pedagogía de Paulo Freire, autor cuyo nombre no aparece en todo el filme, pero que se puede relacionar fácilmente con la manera de comunicarse y educarse los seres humanos que se ve en él. Todos se escuchan, hablan sin miedo y se respetan profunda y sinceramente. Nadie renuncia a ser él mismo, es decir, un anciano no necesita dejar de ser un anciano para vivir amorosamente con gente joven. Del mismo modo, ni las mujeres, ni los niños, ni negros o blancos, deben renunciar a ser lo que son. No existe la violencia, la exclusión de nadie, el odio o la envidia. En un lugar donde por sus condiciones sociales y económicas debería abundar, como suele ocurrir, la violencia y el malestar, existe, al contrario, una gran paz y se generan sentimientos positivos de solidaridad. Nadie compite, nadie está solo, todos aprenden con ganas; es un lugar, sin duda, tocado por la luz. Pero una luz que se manifiesta en el esfuerzo de los seres humanos por transformar la realidad.

El discurso fatalista que renuncia a creer en los seres humanos y que considera al hombre como un animal violento, un lobo para el propio hombre (homo homini lupus) resulta impugnado por lo que el ojo asombrado puede contemplar en la película. Tiene tal gancho y fuerza de convicción que, literalmente, hace que el espectador se levante del asiento y casi llegue a bailar en la sala de proyección del cine. El poderoso lenguaje de un pueblo ancestralmente oprimido (Matheus, un estupendo músico, comenta a Bebo en una iglesia colonial que considera esa iglesia un poco suya, ya que fue construida con la sangre de los africanos que perdura en ella) en la forma de capoeira, percusiones, colores, ritos, atrae y moviliza el amor y la vida, no el odio precisamente. El gran lenguaje del Candeal es la música. Los ritmos hablan y los diálogos se hacen cantando o tocando instrumentos… Los antiguos amos que prohibieron so pena de muerte que los esclavos aprendieran a leer y escribir, no pudieron con la música. Pero no hay ni siquiera presencia del revanchismo ni resentimientos en ellos. Esta aceptación incondicional del otro se refleja también, abundantemente, en los cuerpos y rostros, sin necesidad de lenguaje conceptual. Existe una abierta receptividad a los demás que hace de la vida un diálogo, muchas veces sin palabras.

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